¿Qué es el SIBO?: tipos, síntomas, diagnóstico y tratamiento

¿Qué es el SIBO?: tipos, síntomas, diagnóstico y tratamiento

¿Has experimentado molestias digestivas persistentes? Tal vez podrías estar padeciendo el Síndrome de sobrecrecimiento bacteriano intestinal (SIBO), una condición que puede causar problemas en el bienestar y calidad de vida de quienes lo sufren. 

 En este artículo explicamos en detalle qué es el SIBO y cómo se diagnóstica, así cómo cuáles son las opciones de tratamiento que tiene esta patología y cómo puede ser su abordaje desde la oficina de farmacia.

¿Qué es el SIBO?

El SIBO es una afección gastrointestinal que se caracteriza por un aumento anormal de bacterias en el intestino delgado. Normalmente, la mayoría de bacterias se encuentran en el intestino grueso. 

Sin embargo, en las personas que padecen SIBO, estas bacterias migran hacia el intestino delgado y se multiplican produciendo un exceso, causando una serie de síntomas y problemas digestivos. 

Este síndrome puede ser ocasionado por diferentes factores, como problemas estructurales en el tracto gastrointestinal que ralentizan el tránsito de alimentos, deficiencias en el sistema inmunológico que dificultan el control del crecimiento bacteriano o trastornos motores del intestino.

Además, ciertas condiciones médicas, como la enfermedad de Crohn o la diabetes, pueden aumentar el riesgo de desarrollar SIBO. 

Tipos de SIBO 

Existen tres diferentes, pero hay dos tipos más comunes de SIBO: SIBO con sobrecrecimiento de bacterias en el intestino delgado del tipo hidrógeno (SIBO con hidrógeno) y SIBO con sobrecrecimiento de bacterias del tipo metano (SIBO con metano). Ambos pueden provocar síntomas similares, pero es importante distinguirlos, ya que el tratamiento podría variar. 

  • SIBO con hidrógeno: en este tipo, las bacterias fermentan los alimentos no ingeridos en el intestino delgado. Durante este proceso de fermentación, se produce gas hidrógeno como subproducto. El hidrógeno liberado es absorbido por el torrente sanguíneo y llevado a los pulmones, donde se exhala al respirar. Esta característica del SIBO con hidrógeno hace que sea detectable mediante pruebas del aliento específicas. 
  • SIBO con metano: en este caso, las bacterias presentes producen metano como subproducto de la fermentación bacteriana. Estas bacterias pueden ser originarias del intestino grueso o colon. El metano producido en exceso puede ralentizar el tránsito intestinal y afectar a la motilidad del intestino, dificultando el paso normal de los alimentos. 
  • SIBO mixto: existe la posibilidad de que los pacientes presenten una combinación de estos dos tipos de SIBO. 
  • SIBO de sulfato: este último es menos frecuente y se caracteriza por la sobreproducción de sulfato. A diferencia de los anteriores, este no se exhala a través del aliento, pudiendo presentar un diagnóstico más complejo. 

Síntomas del SIBO 

Los síntomas del SIBO pueden ser diversos y afectar a otras partes del cuerpo además del sistema digestivo. Algunos de los síntomas más comunes incluyen: 

  • Dolor abdominal y distensión: Sensación de hinchazón y molestia en la zona abdominal por la acumulación de gases. 
  • Diarrea o estreñimiento: alteraciones en los hábitos intestinales, que pueden alternar entre episodios de diarrea y estreñimiento. Esto se debe a que las bacterias pueden alterar la absorción de agua y nutrientes, afectando al patrón normal de evacuación.
  • Flatulencia excesiva: producción de gases en cantidades anormales que generan un aumento de flatulencias, especialmente, malolientes.. 
  • Reflujo ácido: es la sensación de acidez estomacal o ardor en el pecho debido al reflujo ácido del esófago. 
  • Fatiga y debilidad: este sobrecrecimiento bacteriano puede interferir en la absorción de nutrientes esenciales, como vitaminas y minerales, provocando en algunos pacientes fatiga y debilidad. 
  • Pérdida de peso inexplicada:de la mala absorción, algunas personas con SIBO pueden experimentar una pérdida de peso sin razón aparente. Esto puede ocurrir aun manteniendo una ingesta calórica adecuada.
  • Intolerancias alimentarias: el SIBO puede afectar a la capacidad del intestino delgado para descomponer y absorber ciertos alimentos, lo que puede dar lugar a intolerancias alimentarias como lactosa o fructosa
  • Anemia por deficiencia de hierro: la mala absorción de nutrientes puede ocasionar una anemia por deficiencia de hierro. 

Es importante destacar que los síntomas del SIBO pueden ser similares a los de otras afecciones, por lo que es fundamental consultar con un profesional de la salud para obtener un diagnóstico preciso. 

Abordaje del SIBO desde la farmacia comunitaria

Los farmacéuticos comunitarios pueden ayudar a los pacientes de SIBO a través de diversas acciones como: 

  • Educación sobre la condición: los farmacéuticos pueden proporcionar información detallada sobre esta patología y aclarar dudas a los pacientes, quienes han de comprender la importancia del tratamiento y la adherencia a las indicaciones médicas. 
  • Recomendaciones dietéticas: aunque no tienen porqué ser dietistas, los farmacéuticos pueden ofrecer pautas generales, sobre cambios en la dieta que podrían ayudar a controlar los síntomas del SIBO. Pudiendo proporcionar información sobre alimentos bajos en carbohidratos fermentables, que a menudo se indican para el SIBO. 
  • Asesoramiento sobre medicamentos: el paciente puede informarse en su farmacia sobre los efectos secundarios y posibles interacciones de los medicamentos, principalmente antibióticos, recetados. 
  • Localización de medicamentos: en algunas ocasiones los medicamentos pueden encontrarse con problemas de suministro o desabastecidos. En este caso, los farmacéuticos a través de la herramienta LUDA, pueden ayudar al paciente a saber de forma inmediata cuál es la farmacia más cercana con ese medicamento disponible. 
  • Suplementos y productos de venta libre: algunos suplementos y productos de venta libre pueden ayudar a aliviar los síntomas del SIBO. Los farmacéuticos pueden orientar sobre la selección de probióticos adecuados y otros suplementos que puedan ser beneficiosos. 
  • Seguimiento y remisión: además, los farmacéuticos, pueden hacer un seguimiento regular con los pacientes que están siguiendo un tratamiento para el SIBO. Si los síntomas no mejoran, empeoran o sí el enfermo sufre efectos adversos derivados de la medicación, pueden remitirle a un médico para una evaluación más exhaustiva. 

Es importante recordar que aunque los farmacéuticos desempeñan un papel complementario en el cuidado del paciente, este no reemplaza la atención médica especializada.

Pruebas del SIBO

Si existen sospechas de SIBO debido a los síntomas presentados y para descartar otras patologías, el médico podrá solicitar pruebas específicas para su diagnóstico. 

Las pruebas de aliento son el método más común utilizado para detectar la presencia de SIBO. En cuanto a su desarrollo, consiste en beber una solución que contiene azúcares no absorbibles y luego medir la cantidad de hidrógeno y metano en el aliento, lo cual ayuda a determinar la presencia y el tipo de SIBO. 

Otra prueba que puede realizarse es la endoscopia que permite tomar muestras del intestino delgado para analizar la cantidad y tipos de bacterias presentes. No obstante, esta prueba es más invasiva y suele reservarse para casos en los que las pruebas anteriores no son concluyentes. 

Tratamiento del SIBO 

Generalmente, el tratamiento del SIBO se basa en una combinación de enfoques para reducir el crecimiento bacteriano en el intestino delgado y aliviar los síntomas. El objetivo principal es erradicar el exceso de bacterias y restablecer el equilibrio de la microbiota intestinal. Algunos de los enfoques más comunes para el tratamiento son: 

  • Antibióticos (solo bajo prescripción médica): estos son esenciales para el tratamiento del SIBO. Los más utilizados son la rifaximina y la neomicina, que se dirigen específicamente a las bacterias en el intestino delgado. Sin embargo, es importante utilizarlos bajo la supervisión de un profesional farmacéutico, ya que el uso indiscriminado de antibióticos puede tener efectos secundarios y producir resistencia bacteriana. 
  • Probióticos: aunque puede parecer contradictorio, los probióticos pueden ser útiles en el tratamiento de esta patología. Los probióticos adecuados ayudan a restablecer el equilibrio de la microbiota intestinal y prevenir futuros episodios. No obstante, no todos son adecuados para el SIBO y su uso debe adecuarse a las necesidades de cada paciente. 
  • Cambios en la dieta: una dieta baja en carbohidratos fermentables, conocidos como FODMAPs (fermentable oligosacáridos, disacáridos, monosacáridos y polioles), puede reducir la fuente de alimento de las bacterias intestinales. Alimentos como cebolla, ajo, trigo, lácteos y ciertas frutas y verduras contienen FODMAPs y pueden empeorar los síntomas. 
  • Suplementos nutricionales: algunos pacientes pueden presentar deficiencias nutricionales debido a la mala absorción de nutrientes en el intestino delgado. 
  • Tratamiento de condiciones subyacentes: si el SIBO es causado por una afección médica subyacente, como la enfermedad de Crohn o diabetes, tratar o controlar esa condición puede ayudar a reducir el riesgo de recurrencia del SIBO.

Es importante recordar que el tratamiento del SIBO debe ser personalizado, ya que cada paciente puede responder de manera diferente. Por ello, es esencial acudir al médico y que este desarrolle el plan de tratamiento adecuado. 

En resumen, el SIBO es una condición gastrointestinal que resulta del sobrecrecimiento de bacterias en el intestino delgado. Si experimentas síntomas digestivos persistentes, es esencial buscar atención médica para un diagnóstico adecuado y un plan de tratamiento efectivo desde tu oficina de farmacia de referencia.