Automedicación: riesgos y el papel de los farmacéuticos

Automedicación: riesgos y el papel de los farmacéuticos

La automedicación es una práctica común entre la población que busca aliviar sus síntomas sin consultar a un profesional de la salud como es el farmacéutico. Sin embargo, esta tendencia tiene una serie de riesgos asociados para los pacientes y genera un desafío para los profesionales de la farmacia. 

En este sentido, dedicaremos el siguiente artículo a explicar los peligros de la automedicación y el papel crucial que desempeñan los farmacéuticos en la concienciación y orientación de los pacientes. 

¿Qué es la automedicación? 

La automedicación se refiere al acto de usar un medicamento sin la supervisión o prescripción de un profesional de la salud, como médicos o farmacéuticos. 

En estos casos, las personas, en lugar de buscar asesoramiento, toman decisiones por sí mismas sobre qué medicamento tomar y cómo administrarlos para aliviar los síntomas o tratar condiciones médicas. 

Riesgos de la automedicación

La automedicación conlleva diversos riesgos para la salud de los individuos y para la salud pública. Entre ellos, se encuentran: 

  • Diagnóstico incorrecto: las personas pueden interpretar mal sus síntomas y elegir un medicamento inapropiado. Esto puede empeorar la condición subyacente o enmascarar síntomas importantes, dificultando un diagnóstico preciso por parte de un profesional. 
  • Interacciones medicamentosas: al automedicarse, existe el riesgo de que los medicamentos interactúen entre sí, resultando en efectos secundarios o disminuyendo la eficacia de los tratamientos. 
  • Reacciones adversas: cada medicamento tiene potenciales efectos secundarios que varían según la persona y el estado de salud. Esta práctica puede aumentar el riesgo de experimentar reacciones adversas, pues la persona no es consciente de las posibles complicaciones. 
  • Enmascaramiento de síntomas: al tomar medicamentos sin el consejo de un profesional, es posible que los síntomas de una enfermedad subyacente no sean visibles, lo que puede conllevar a un retraso en el diagnóstico y tratamiento adecuado de condiciones más serias. 
  • Resistencia antimicrobiana: la automedicación puede contribuir a que las bacterias, virus, parásitos u otros patógenos, desarrollen una resistencia a los fármacos que se utilizan para tratarlos, lo cual limita la efectividad de los tratamientos en infecciones futuras.

El papel del farmacéutico en la automedicación 

Los farmacéuticos desempeñan un papel esencial en la promoción de un uso seguro y responsable de los medicamentos. Su formación y conocimientos no solo en farmacología y farmacognosia, sino también en fisiología, microbiología, parasitología, biología molecular o atención farmacéutica les permite orientar a los pacientes sobre el uso adecuado de los medicamentos. Algunas funciones clave incluyen: 

  • Indicación Farmacéutica: es un servicio profesional enmarcado en la atención farmacéutica que permiten a los farmacéuticos estar capacitados para brindar asesoramiento personalizado a los pacientes cuando buscan un medicamento sin prescripción médica.

El farmacéutico sabe hacer preguntas específicas sobre los síntomas y el historial médico, entre otros ,para determinar qué producto sin prescripción médica, medicamentos incluídos, es el adecuado, o si los medicamentos que esté usando son adecuados y seguros. Además, pueden proporcionar información sobre dosificación, horarios de administración y posibles efectos secundarios…

En este punto, también es importante destacar que en numerosas ocasiones, el farmacéutico conoce de forma cercana al paciente, lo que le permite estar al tanto de los tratamientos que tiene en curso y posibles alergias. Una ventaja especialmente valiosa en caso de las personas mayores, que debido a la cantidad de medicamentos prescritos pueden olvidarlos.

  • Educación sobre medicamentos: los farmacéuticos pueden educar a los pacientes sobre los diferentes tipos de medicamentos disponibles en el mercado. Esta educación ayuda a los pacientes a tomar decisiones más informadas y comprender la importancia de seguir las indicaciones adecuadas. 
  • Prevención de interacciones medicamentosas: los expertos en farmacia pueden identificar posibles interacciones. Esto es esencial para evitar que los pacientes combinen medicamentos que puedan reaccionar entre ellos. 
  • Concienciación: estos profesionales pueden desempeñar un papel activo concienciando sobre los riesgos de esta práctica, a través de informar a sus pacientes. 
  • Derivación a profesionales médicos: si un paciente presenta síntomas que podrían indicar una condición médica más grave, los farmacéuticos pueden aconsejar al paciente buscar atención médica, pudiendo evitar el autodiagnóstico y la automedicación. 
  • Otros servicios relacionados con la prevención o tratamiento de la automedicación son: RUM, SPD, SFT o la propia dispensación (la presencial y la que ahora se encuentra en desarrollo llamada entrega informada a domicilio).

Las automedicaciones más comunes y sus riesgos

Existen ciertos medicamentos que tienen más predisposición a tomarse sin supervisión, aunque estos no están exentos de riesgo.

  • Antiinflamatorios No Esteroideos (AINEs): los AINEs, como el ibuprofeno, son normalmente utilizados para aliviar el dolor y la inflamación. Sin embargo, su uso excesivo, prolongado, o en situaciones como hipertensión, puede tener efectos secundarios graves, como úlceras gástricas, sangrado gastrointestinal, hipertensión y daño renal. Por ello, la utilización sin orientación puede conllevar a que el paciente desarrolle ciertas complicaciones.
  • Antibióticos: la automedicación con este tipo de medicamentos supone un gran problema. El uso inapropiado o innecesario de antibióticos contribuye a la resistencia antimicrobiana, una amenaza global para la salud pública. Esta resistencia reduce la eficacia y dificulta el tratamiento, agravando el problema y poniendo en peligro la salud de toda la población. 
  • Ansiolíticos y sedantes: un ejemplo son las benzodiazepinas, las cuales pueden dar lugar a reacciones adversas para la salud mental y física. Estos medicamentos pueden causar dependencia, somnolencia excesiva y deterioros cognitivos. Además estas sustancias pueden enmascarar problemas de salud mental y dificultar el diagnóstico y tratamiento adecuados. 
  • Antihistamínicos: son a menudo utilizados para tratar alergias y síntomas de resfriado. No obstante, pueden tener efectos no deseados y un uso inadecuado puede llevar a un tratamiento ineficiente por no tratar la causa subyacente. 
  • Suplementos y vitaminas: sin una adecuada supervisión el paciente puede experimentar desequilibrios nutricionales y efectos adversos. Tomar dosis excesivas de ciertas vitaminas y minerales puede tener efectos perjudiciales en lugar de beneficios. 

En resumen, la automedicación puede parecer una solución rápida para aliviar determinados síntomas. ¿Quién no lo ha hecho alguna vez? Sin embargo, sus riesgos superan los beneficios aparentes. Esta práctica puede conducir a diagnósticos erróneos e interacciones medicamentosas, etc. Por ello, los farmacéuticos son los encargados de prevenir y concienciar a la sociedad sobre este importante asunto.