La prescripción por principio activo es una práctica que, durante años, ha impuesto el Ministerio de Sanidad, por considerar que supone una estrategia beneficiosa para pacientes, administración y farmacéuticos, al mejorar la atención asistencial, a la vez que se reducen costes.
¿Qué es la prescripción de medicamentos por principio activo?
Como ya saben los profesionales de la salud, prescribir por principio activo se refiere a la práctica de recetar medicamentos especificando ese componente, el principio activo, en lugar de especificar sólo la marca.
Este método de prescripción médica supone un enfoque cada vez más frecuente que, en su día, cambió la dinámica de las farmacias optimizando su gestión y aliviando a los profesionales. Pero, ¿cuáles son sus beneficios?
Beneficios para el farmacéutico de la prescripción por principio activo
Esta forma de prescribir brinda a los farmacéuticos una serie de oportunidades que le permite disminuir sus gastos, aumentando su rentabilidad a través de:
– Simplificación y flexibilización del inventario: uno de los principales beneficios de este método de prescripción para el farmacéutico es poder simplificar su inventario.
Al contar con que le van a llegar este tipo de recetas, pueden almacenar y dispensar medicamentos genéricos que contengan el mismo principio activo y sean del mismo grupo homogéneo. Así, se reduce la necesidad de manejar una amplia variedad de marcas comerciales, lo cual se traduce en una mejora de la eficiencia operativa.
– Ampliación de proveedores: esta práctica, además, permite aumentar la fuerza del farmacéutico ante los proveedores, ofreciendo a los profesionales la oportunidad de seleccionar las marcas de genéricos con las que puede trabajar. Una flexibilidad que fomenta la competencia en el mercado, estimulando la innovación y la posibilidad de precios más competitivos.
– Reduce el riesgo de desabastecimiento: del segundo beneficio, deriva un tercero. Al poder seleccionar las marcas comerciales, el farmacéutico tiene un mayor número de productos a su disposición, minimizando el riesgo de desabastecimiento de medicamentos al poder buscar alternativas equivalentes en principio activo.
Por ejemplo, si un médico prescribiera dexketeprofeno 25 mg 20 comprimidos, que es el principio activo y la forma farmacéutica más habitual del conocido Enantyum, el farmacéutico podría dispensar cualquiera de las 20 presentaciones de genéricos del grupo homogéneo en el que se encuentra no quedando limitado por el nombre comercial en la receta.
– Fidelización de pacientes: además de los beneficios anteriores, la prescripción por principio activo también tiene un impacto positivo en la relación farmacéutico-paciente.
Al promover la venta de medicamentos genéricos más asequibles, los profesionales ayudan a aliviar la carga financiera del paciente. Esto puede llevar a generar una mayor confianza y lealtad que se traduzca en fidelidad del paciente al modelo de farmacia. Reforzando a su vez la confianza en el sistema.
– Alineación con la formación universitaria: asimismo, estas recetas evitan la necesidad de familiarizarse con numerosas marcas comerciales. De este modo, se simplifica la labor del farmacéutico y del médico, quien durante su carrera aprendió a través de los principios activos.
Ventajas para el paciente de las recetas con principio activo
– Acceso a medicamentos más asequibles: uno de los mayores beneficios que este método ofrece al paciente es el acceso a medicamentos genéricos, que hacen que baje el precio del grupo homogéneo y por tanto, también de sus equivalentes de marca. Un impacto directo para el ciudadano que ahorra dinero, al tiempo que contribuye a racionalizar el gasto público en medicamentos.
No obstante, de nuevo, esto tiene una gran desventaja y es que pone, en algunas ocasiones, en un cierto compromiso el modelo de calidad farmacéutica al suponer que, más del 52% del vademecum que encontramos en una farmacia comunitaria, tenga un precio inferior a 1€. Esto hace que las farmacias deban hacer más operaciones para no disminuir lo que deben facturar para sostener márgenes, empujándolas, en definitiva, a ser menos competitivas y tener muy difícil, por ejemplo, no ya acometer subidas de sueldo, sino que les cueste mantener plantillas. Estamos hablando de que el ticket medio se sigue situando durante más de 15 años en unos 15€.
– Continuidad en la terapia: al disponer las farmacias de un número mayor de medicamentos genéricos, los pacientes pueden evitar interrupciones y, por tanto, mantener una mayor adherencia al tratamiento. Esto asegura que los pacientes puedan seguir con su régimen de medicación aunque haya problemas de suministro o falta de disponibilidad de una marca concreta.
– Autonomía: la prescripción por principio activo da la oportunidad al paciente de participar de forma activa en su propio cuidado. Este podrá asumir más responsabilidades en su tratamiento si es capaz de entender las opciones disponibles, considerar diversos factores y tomar decisiones informadas que se ajusten a sus necesidades.
– Reducción de errores de medicación: al utilizar el nombre del principio activo en las recetas, se reduce la posibilidad de confusión de errores de medicación relacionados con los nombres de marca similares.
Esto es especialmente relevante en situaciones en las que los pacientes tienen múltiples medicamentos recetados.
– Promoción de la salud pública: además, esta práctica puede tener un impacto significativo en la salud pública. El aumentar la disponibilidad y permitir opciones más económicas, contribuye a la equidad en el acceso y, por tanto, fortalece la capacidad del sistema de salud. Lo negativo es que se hace contra el intervenido margen del que disponen las farmacias.
En resumen, la prescripción por principio activo representa una oportunidad para optimizar la gestión farmacéutica y mejorar la atención asistencial, siendo una práctica que aporta múltiples beneficios para pacientes y profesionales, aunque por otro lado, supone un cierto aumento en la presión de los márgenes que las farmacias tienen.
Las farmacias comunitarias son PYMES que deben ser viables, pues no reciben ningún tipo de subvención para su sostenimiento y están obligadas a realizar servicios como las guardias nocturnas de manera gratuita para la ciudadanía (hacerlas gratis implica que, en realidad, se hacen a pérdidas).